Einstein, el físico y el navegante

Albert Einstein, Albert on el ingeniero Harms en su velero (un regalo para su 50 cumpleaños) en el lago Wannsee en Berlín - 01.08.1929 - Publicado por: 'Berliner Morgenpost' 08.06.1929 Propiedad antigua de ullstein bild (Foto de ullstein bild/ullstein bild vía Getty Images)

«Un barco siempre está seguro en tierra, pero no está construido para eso»
Albert Einstein

Contaba Hans Albert Einstein, hijo del prestigioso físico, que su padre había invitado a Marie Curie, la ganadora de 2 premios Nobel, en física y química respectivamente, a dar un paseo a bordo de un pequeño velero, en el lago Leman, en Suiza.

Era una tarde deliciosa en la que el viento apenas pasaba de los diez nudos. Pero en los lagos de montaña es frecuente que las condiciones cambien de forma repentina y eso sucedió. El viento arreció y una pequeña tormenta de verano cayó sobre ellos. Curie, presa del nerviosismo, le comentó a su anfitrión, viendo que la situación parecía tornarse peligrosa:

– No tenía ni idea de que usted fuese un marino experto.
– Yo tampoco!
Lo digo – respondió Curie, inquieta- porque, en caso de que volcase el barco, le anuncio que yo no sé nadar.
– Pues… ¡yo tampoco, señora!

Y en efecto, el genio de la física moderna no había aprendido a nadar. Sin embargo era un gran conocedor de los cambios de las condiciones atmosféricas en los lagos Suizos. Había aprendido a navegar en el Zurichsee (Lago Zurich) en Zürich, Suiza en 1896, a los 18 años, cuando estudiaba en la prestigiosa y exigente Escuela Politécnica, acompañado de Suzanne Markwalder, la hija de su casera, con quien mantuvo una amistad tan duradera que siguió manteniendo correspondencia con ella durante 50 años y dos matrimonios después.

Ella, en alguna entrevista, recordaba que cuando la brisa desaparecía y las velas caían, Einstein sacaba su le inseparable cuaderno y se ponía a escribir. «(…)Pero tan pronto como había un soplo de viento, él se disponía inmediatamente para volver a navegar(…)«.

Aún vivía en Berlín, a la edad de 49 años, cuando cayó desmayado. Este suceso le llevó a consultar a un médico, a pesar sus recelos hacia los galenos y evitaba en la medida de lo posible su visita. El Dr. Janos Plescht le diagnosticó una miocarditis. Einstein confesó al doctor que cuando desaparecía el viento en el lago Wannsee, en el centro de Berlín, donde solía navegar, al no tener motor en su barquito, hacía el esfuerzo de remar con el timón lo cual le provocaba una fatiga en ocasiones extrema. Pletsch impuso a Einstein una dieta sin sal y lo envió a un pequeño balneario en la costa báltica al norte de Hamburgo para descansar. Allí se recuperó, pero no tan rápidamente como se esperaba. El Doctor Pletsch descubrió que Einstein, el adicto a la vela, aún navegaba en secreto y le ordenó que lo dejara.

Albert Einstein posando con el ingeniero Harms en su velero «Tümmler»  regalo por su 50 cumpleaños, en el lago Wannsee en Berlín. Foto publicada por el Berliner Morgenpost el  01 de agosto de 1929. Propiedad de Ullstein bild (via Getty Images)
Albert Einstein posando con el ingeniero Harms en su velero «Tümmler» regalo por su 50 cumpleaños, en el lago Wannsee en Berlín. Foto publicada por el Berliner Morgenpost el 01 de agosto de 1929. Propiedad de Ullstein bild (via Getty Images)

No cumplió durante mucho tiempo su condena sin navegar, pues por su 50 cumpleaños, en 1929, un grupo de admiradores y amigos, entre los que se encontraba el banquero estadounidense Henry Goldman (sí, de Goldman-Sachs), le regalaron un nuevo velero llamado «Tümmler» (Marsopa, en alemán), con el que navegaba en el Wannesee, al cual quería con auténtica pasión.

«El velero cuenta con mi mayor respeto y también con el de todas las personas que han navegado en él. Combina un alto grado de estabilidad con una movilidad y comodidad relativamente altas para el manejo»

Se trataba de un precioso velero de siete metros de eslora y 2,35 metros de manga, construido en los astilleros Berkholz de Gärsch, según planos del ingeniero naval Adolf Harms. Podía dar veinte metros cuadrados de trapo al viento, y acercarse a la costa hasta lugares donde tan sólo había cuarenta centímetros de agua gracias a su quilla abatible.

Tenía un aparejo tipo bermuda, con una una vela mayor de 16,05m², una vela de estay de 3,95m² y un foque de 8,25m². Había sido equipado con un motor de dos cilindros que, según él, sonaba como una máquina de coser. La cabina consistía en un camarote con dos literas. A Einstein le gustaba tanto el «Tümmler» que incluso escribió al astillero: «El velero cuenta con mi mayor respeto y también con el de todas las personas que han navegado en él. Combina un alto grado de estabilidad con una movilidad y comodidad relativamente altas para el manejo«.

Albert Einstein navegando a bordo del «Tümmler» con su hijastra Ilse y su marido Rudolf Kayser en 1930
Albert Einstein navegando a bordo del «Tümmler» con su hijastra Ilse y su marido Rudolf Kayser en 1930

El yerno de Einstein, Rudolf Kayser, escribía en la biografía sobre su suegro, escrita bajo el seudónimo de Anton Reiser en 1930: «Navega el barco con la destreza y la valentía de un niño… La alegría con este hobby se ve en su rostro, resuena en sus palabras y en su feliz sonrisa(…)»

Aquella alegría desaparecería cuatro años más tarde cuando sus todas sus propiedades fueron confiscadas por el partido Nacional Socialista tras su ascenso al poder en alemania en 1933, por su condición de judío y de este modo perdió el «Tümmler» para siempre.

Einstein intentó recuperarlo, pero sin éxito pues el propietario del astillero a quien le pedía que lo trasladase hasta un varadero en los Países Bajos, temía las duras represalias de los nazis y el transporte se consideró demasiado peligroso. El «Tümmler» acabó vendiéndose en una subasta, y se sabe que desapareció a mediados de la década de 1940.

El «Tümmler» fue «(…) quizás lo único que le dolió dejar atrás cuando llegó el momento de sacudir el polvo de Alemania de sus pies»(…)» diría el Dr. Pletsch en una entrevista.

El 17 de octubre de 1933 llegaba a Nueva York acompañado de su segunda esposa, Elsa y de su fiel secretaria Helen Dukas. Llegaba a los Estados Unidos como el primer profesor del Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, un puesto sin alumnos, con un salario muy alto y total libertad. Era uno de los primeros intelectuales que huía de la Alemania nazi.

Poco después de establecerse en Princeton enseñó a su secretaria, cómo tratar con miembros del público que querían una explicación sencilla de la relatividad. “Diles que una hora sentado con una chica bonita en un banco del parque pasa como un minuto, pero un minuto sentado en una estufa caliente parece una hora.»

Allí continuaría con su pasión por la navegación. Compró un pequeño barco, de tan sólo 5 metros de eslora, al que llamó «Tinef» que en yiddish significa «algo sin valor». De esta época son las anécdotsas que alimentan el mito de que el padre la física moderna era un pésimo navegante, pues no fueron pocas las averías e incidentes que protagonizó en la costa de Rhode Island y los cercanos lagos Carnegie y Saranac, en especial en primavera y verano.

En su libro «Einstein en América» (1985), el biógrafo Jamie Sayen cuenta que durante el verano de 1934, que pasó en Watch Hill, Rhode Island, Einstein encalló en más de una ocasión mientras navegaba con su amigo Gustav Bucky. Aquel hombre, que entendía mejor que cualquier otro en el mundo las fuerzas físicas que causaban las mareas, nunca logró dominarlas. Atascado en el fondo, «(…) mientras Bucky se inquietaba, el colegial en el timón se reía y decía: -No seas tan trágico, Bucky. Me esperarán en casa, mi esposa está acostumbrada a esto«, escribía Sayen.

Albert Einstein en 1937 navegando con Grete Lebach. Foto de Lote Jacobi
Albert Einstein en 1937 navegando con Grete Lebach. Foto de Lote Jacobi

Al verano siguiente navegó desde Old Lyme, Connecticut. Parecía disfrutar de la sensación de control que le daba la vela. Nunca dominó ningún otro tipo de maquinaria. En 1939, en la época en la que desarrollaba su teoría del campo unificado, alquiló una casa de campo en Long Island con vistas al puerto de Cutchogue. Allí trabó amistad con el dueño de la tienda local, David Rothman, aficionado a la ciencia y, al igual que Einstein, violinista amateur, y a menudo pasaban las tardes tocando música de cámara juntos .

Robert Rothman, el hijo de David, que entonces tenía 12 años, recordaría en el New York Times que de niño recordaba el peinado tan característico de Einstein y su fuerte acento alemán, así como las historias de sus accidentadas salidas en barco. Durante aquel verano navegaba a diario.

Según Jamie Sayen “Eisntein lo amaba -el mar- cuando estaba calmado y tranquilo, y podía sentarse en «Tinef» pensando o escuchando las suaves olas golpear interminablemente contra el costado del barco”

Pero también estaba igualmente feliz cuando estaba bravo. Su amiga Eva Kayser describió una vez que navegó en Long Island Sound con Einstein: «(…) el mar estaba agitado; preferiría haberme mordido la lengua que decir, -Mira, esto está un poco bravo, démos la vuelta-‘. Él estaba navegando, inclinándose bajo la botavara, y dije, -Apuesto a que esto es una de las pocas cosas bajo las cuales te inclinas-‘. Se rió y dijo -Sí-. Finalmente, dijo, -Bueno, tal vez deberíamos dar la vuelta- y entusiastamente dije, -¡Sí!-(…)

Albert Einstein en 1936 navegando en el lago Saranac en Adirondack Park Nueva York. (Foto original en blanco y negro coloreada por Jecinci)
Albert Einstein en 1936 navegando en el lago Saranac en Adirondack Park Nueva York. (Foto original en blanco y negro coloreada por Jecinci)

Uno de los famosos accidentes de Einstein navegando sucedió en 1944, en el lago Saranac, cuando Einstein tenía 64 años, en las montañas Adirondack del norte del estado de Nueva York, mientras navegaba acompañado por un grupo de tres amigos. El barco chocó contra una roca, se llenó de agua y volcó. Einstein quedó atrapado bajo la otavara con un cabo enredado enuna pierna. A pesar de no saber nadar, consiguió liberarse gracias a mantener la calma. La fortuna quiso que los ocupantes de un barco a motor los viese y acudiera a su rescate.

Ronald W. Clark, en su libro «Einstein: Life andTime» (2007), revela que mostraba habitualmente indiferencia ante el peligro o la muerte y era tan intrépido ante las inclemencias del tiempo que “(…)en más de una ocasión tuvo que ser remolcado tras la caída de su mástil(…)».

Durante toda su vida Einstein no dejó de repetir que practicaba el deporte de la vela porque era en el que menos esfuerzo exigía en comparación con el enorme placer que obtenía. Para él la simplicidad era esencial, ya que no le interesaban las carreras. era un crucerista puro a quien las regatas no le atraían. De hecho, incluso odiaba los motores, que consideraba demasiado complicados, y se dice que incluso rechazó el regalo de un motor fuera de borda. Einstein nunca aprendió a conducir un coche, no aprendió a utilizar una cámara fotográfica hasta los 50 años y hacía grandes esfuerzos a máquina, por lo que solía hacerlo a mano.

Albert Einstein a bordo del «Tinef»

Otro motivo que alimentó la idea de que Einstein era un mal navegante pudo haber sido su placer por lo inesperado. Otro de sus amigos, Leon Watters, explicaba que «(…)mientras estábamos enfrascados en una interesante conversación, de repente grité -¡Achtung!- porque casi estábamos sobre otro barco. Se desvió con excelente control y cuando le comenté lo cerca que habíamos estado, se echó a reír y navegó directamente hacia un barco tras otro, para mi horror; pero siempre se desviaba a tiempo y luego se reía como un niño travieso(…)«. También se tomaba en tono jocoso y con buen humor el encallar en algún banco de arena.

«Albert no está demasiado bien de salud, pero continúa abandonándose a su gran placer: la vela. Jamás le veo tan alegre y con un humor tan ligero como cuando está en este pequeño y primitivo barco»

Johanna Fantova, bibliotecaria de Princeton y amiga de Einstein, con quien navegaba a menudo en el lago Carnegie en la década de 1940, también afirmaba que Einstein era un excelente navegante. Escribió en sus memorias: «(…) la salud de Einstein empezó a deteriorarse, pero siguió dedicándose a lo que seguía siendo su pasatiempo favorito, la navegación(…)». También aquí su precisión analítica le ayudó a calcular el más mínimo movimiento del aire, incluso en un día casi sin viento. «(…)Albert no está demasiado bien de salud, pero continúa abandonándose a su gran placer: la vela. Jamás le veo tan alegre y con un humor tan ligero como cuando está en este pequeño y primitivo barco(…)«

Albert Einstein navegando con Kurt Rosenfeld. Rosenfeld nació en Prusia en 1877. Fue abogado y político y cofundador del Partido Socialista de los Trabajadores en Alemania.
Albert Einstein navegando con Kurt Rosenfeld. Rosenfeld nació en Prusia en 1877. Fue abogado y político y cofundador del Partido Socialista de los Trabajadores en Alemania. Rosenfeld fue concejal de la ciudad de Berlín y también miembro del Reichstag alemán hasta 1932. Como abogado, Kurt Rosenfeld defendió a Rosa Luxemburgo en Alemania, así como a los socialrevolucionarios juzgados en la URSS en 1922. Emigró a Nueva York y continuó ejercer la abogacía, asesorando a refugiados alemanes en materia de inmigración. Kurt Rosenfeld murió en Nueva York en 1943.

Naturalmente, Einstein era tan consciente como cualquier otro navegante del efecto de la energía cinética almacenada por un barco en movimiento. Esa fórmula se describe simplemente como: masa, multiplicada por el cuadrado de su velocidad, dividida por dos. En términos prácticos, es una forma temprana de relatividad. Significa que golpear el barco contra el pantalán, contra otro barco o contra una roca a 2 nudos es relativamente menos perjudicial que hacerlo a 4 nudos o a 8 nudos. Si el daño a 2 nudos equivale a 200 €, entonces el daño a 4 nudos será de 800 € y a 8 nudos será de 3.,200 €.

La filosofía vital del Einstein no se separa de la de muchos navegantes. En una carta al escritor y filósofo Bertrand Russell, escribió: «(…) No lamento vivir al margen de la comprensión y simpatía de otros. Estoy seguro de perder algo en ello, pero me compensa mi independencia de las costumbres, opiniones y prejuicios de los demás, y no siento la tentación de abandonar mi paz espiritual por unos fundamentos tan quebradizos (…)»

Se hallaba en el lago Saranac el 6 de agosto de 1945, cuando escuchó el anuncio radiofónico del bombardeo de Hiroshima. Quedó devastado. Aquí, de la manera más trágica posible, se demostró la prueba de que E=mc².

La fórmula preveía la liberación de cantidades formidables de energía si un átomo pudiera ser dividido. Ahora, el núcleo del átomo de uranio se había dividido de hecho, y la energía resultante se había utilizado para matar a miles de seres humanos.

Albert Einstein conservó su barco «Tineff» hasta su muerte en 1955


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