Creo que me estoy mareando y voy a vomitar. ¡Quiero que el barco se pare!
¡Hola navegante!. Estoy casi seguro de que si te pregunto si en alguna ocasión has padecido de naupatía me contestarás que no. Lo mismo si te pregunto si has sufrido algún episodio de cinetosis. Pero si te pregunto por algún episodio de mareo a bordo de un barco, un coche u otro vehículo, casi con total seguridad la respuesta será afirmativa. Difícilmente puede haber una sensación más desagradable y además no exenta de peligros cuando sucede a bordo de una embarcación. Las fases del mareo suelen sucederse indefectiblemente en el siguiente orden de acontecimientos.
En un primer estadio, el sujeto se embarca en una odisea de incomodidad, somnolencia y una extraña alergia al buen humor, acompañada, en el caso de los fumadores, de una súbita desgana de fumar, como si el tabaco de repente se volviera más insípido que una galleta sin sal.
En la segunda fase, los síntomas se manifiestan con una transición cromática del rostro del tripulante afectado desde la palidez extrema hasta el verde casi fosforescente del increíble Hulk.
En la tercera fase, nuestro héroe se convierte en un gimnasta involuntario, experimentando sudores fríos, arcadas que harían temblar a una cabra montesa y, finalmente, el gran acto de magia: vomitará todo lo que su estómago contiene y hasta lo que no, desafiando las leyes de la física y la lógica digestiva. Esta suele ser una fase contagiosa. ¡Baldes a mano!.
La cuarta fase es el gran clímax final: tras haber arrojado todo lo que su sistema digestivo contenía, aún tiene esa sensación de necesidad de seguir vomitando y el tripulante afectado anhela nada más que un lugar horizontal donde entregar su alma a Dios y que su padecimiento termine lo antes posible, entre los incesantes balanceos y vaivenes del barco. Esta fase puede prolongarse desde unas pocas horas hasta unos días, dependiendo de la resistencia de la víctima.
Cromo con ilustración cómica junto a un poema de cuatro versos rimados referentes a la imagen. Está numerado con el nº 3, podría pertenecer a una colección. Al verso, tiene una promoción del productor de chorizos de Rioja, "Lucio Piazuelo" en la que se hace mención a la medalla de oro y diploma de honor obtenido por esta casa, además de señalar que existen un almacén al por mayor de jamones de Viguera y el Depósito de chocolates Piazuelo de Zaragoza. Taller de impresión: Tipo-lit. Madriguera-Barcelona.
Pero, ¿por qué nos mareamos?
En la búsqueda de un culpable todas las pistas apuntan a un causante: el oído interno, el órgano encargado de que mantengamos el equilibrio, debido a una excesiva estimulación del aparato vestibular.
Pero vayamos por partes antes de juzgar severamente al oído interno. Nuestro cerebro recibe mensajes a través de distintos estímulos que le indican que nos hallamos en movimiento y nuestra relación con el espacio. En la interpretación espacial y cinética el cerebro recibe información de tres complejos sentidos: la vista, la propiocepción y el oído interno.
No es difícil entender como la vista nos ayuda a comprender si nos hallamos en movimiento o estacionarios, pero en ocasiones nos engañamos pensando que nos movemos cuando en realidad no es así. Pongamos por ejemplo esa sensación de movimiento cuando estamos en un coche, un autobús, un tren… y otro vehículo cercano se desplaza haciéndonos creer por un instante que nos movemos, hasta que nos damos cuenta de que es un engaño de nuestro cerebro que ha interpretado como movimiento propio el del otro objeto. Con lo cual la vista puede engañarnos.
La propiocepción, la capacidad del cerebro de reconocer la ubicación espacial del cuerpo, su posición y orientación, la fuerza ejercida por los músculos y la posición de cada parte del cuerpo en relación con las demás, sin utilizar la visión, también juega un papel relevante a la hora de marearnos. Es a través de la percepción del propio cuerpo que, teniendo los ojos cerrados, o estando totalmente a oscuras, sabemos si hemos levantado un brazo, o los dos, si estamos agachados, de pie, tumbados, podemos tocarnos la punta de la nariz con los dedos… no necesitamos la vista par reconocer los límites espaciales de nuestro cuerpo.
El sistema vestibular está relacionado con el equilibrio y el control espacial. Se encuentra ubicado en el oído interno del ser humano. Está formado por dos ensanchamientos: El utrículo y el sáculo, ambos informan de la posición de la cabeza en relación con el suelo. Por último, y aquí es donde encontramos al principal culpable. En nuestro oído interno se halla un complejo sistema denominado sistema vestibular formado por dos ensanchamientos llamados utrículo y sáculo que tienen la misión de informar a nuestro cerebro de la posición de la cabeza respecto al suelo y los tres conductos semicirculares membranosos, conocidos como laberinto. El utrículo informa de la posición en el plano horizontal y el sáculo lo hace sobre la posición vertical. El laberinto contiene líquido el cual se agita al mover la cabeza moviendo los diminutos pelos que cubren el interior de cada canal, e informando así de las aceleraciones y desaceleraciones lineales, angulares y gravitacionales.
Ahora ya puedo explicarte por qué nos sentimos mareados y creemos seguir estando en movimiento cuando giramos varias veces sobre nosotros mismos o al jugar a girar a gran velocidad en una silla de la oficina o en un juego de algún parque infantil y es que, a pesar de ya estar parados, los líquidos dentro de nuestro oído interno aún están en movimiento rotatorio por algunos segundos, haciendo que el cerebro interprete que todavía estamos girando. Si cerramos los ojos, el mareo aumenta aún más, pues, con los ojos abiertos, la visión puede mitigar el mensaje equivocado que el oído interno está enviando al cerebro.
La naupatía, cinetosis o mal de mar, es decir, el mareo, se produce cuando el cerebro recibe informaciones contradictorias de estos tres sistemas pues al estar en el interior de un vehículo estamos parados en relación a este, pero en movimiento en relación al exterior, con lo cual la vista y el oído transmiten mensajes distintos a los de la propiocepción.
Revelador, ¿verdad?. No existe una fórmula para evitar el mareo. Pero sí se pueden seguir una serie de consejos que ayuden a evitarlo o a minimizar sus consecuencias y que no nos amargue el fin de semana o esa día de navegación que llevas tanto tiempo esperando.
Es conveniente descansar y dormir bien antes de zarpar. Evitar consumir bebidas ácidas, gaseosas, lácteas o alcohólicas y alimentos en conserva, ácidos o con alto contenido en grasas dentro de las 24 horas previas a la partida. A bordo se debe permanecer en cubierta, mantenerse ocupado, mirar al horizonte y al cielo y beber pequeñas cantidades de agua con frecuencia.
El riesgo más significativo para un tripulante afectado por el mareo es la posibilidad de caer por la borda. El mareo generalmente se manifiesta en condiciones climáticas adversas y con una inclinación pronunciada, convirtiendo al navegante mareado en una potencial víctima. El patrón y el resto de la tripulación deben asegurarse de sostener al afectado o, simplemente, preparar un recipiente para que pueda vomitar con comodidad. Todos en cubierta deberían usar arnés cuando las condiciones empeoran, pero es crucial recordar que un tripulante mareado tiende a salir disparado del interior sin arnés, con un impulso casi kamikaze de lanzarse hacia la borda para vomitar.
Si la persona no está completamente mareada, es aconsejable asignarle tareas simples en cubierta, como llevar el timón, que suele ser efectivo si los síntomas aún no son graves. Esto no sólo distrae, sino que también ayuda a enfocarse en el horizonte, contribuyendo a equilibrar la confusa información que reciben sus sentidos. Es importante que no lleve el timón mirando al compás, sino que dirija su mirada al horizonte. Si es incapaz de realizar alguna actividad, lo recomendable que se acueste en una litera a sotavento, en la parte más estable del barco.
Si sabes o sospechas que te vas a marear, tómate, como mínimo 2 horas antes de embarcar, un fármaco que deprima la reactividad del laberinto, para minimizar la sensación de mareo. El producto más conocido, y según mi experiencia personal, es la Biodramina.
La empresa Boarding Ring ha inventado una solución sencilla y natural: las Boarding Glasses. Su tecnología única y su cuidado diseño las convierten en la solución más eficaz y cómoda de las soluciones existentes. Gracias al líquido que contienen los monturas, se crea un horizonte artificial en su campo visual. Sus sentidos se vuelven a sincronizar y el mareo desaparece en pocos minutos.
Si no has tomado la Biodramina con la suficiente antelación y los efectos del mareo empiezan a manifestarse, una solución estéticamente discutible pero que funciona mejor que ningún otro remedio que haya probado son estas Gafas antimareo , que puedes adquirir en Amazon. Se emplean de la siguiente forma: cuando se sienten los primeros síntomas del mareo, la persona afectada se pone las gafas. Gracias al líquido azul que contienen, las Gafas antimareo crean un horizonte artificial en el campo visual eliminando el conflicto sensorial responsable de las náuseas y las ganas de vomitar, haciendo que el mareo desaparezca a los pocos minutos.
Es crucial combatir la tendencia de quedarse en cubierta que suelen tener las personas afectadas por el mareo, especialmente en condiciones de mala mar. Así que, la próxima vez que te marees, responsabiliza a tu oído interno y recuerda que incluso los marineros más experimentados han pasado por ello. 🚢🌊🤢
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